Si se hiciese una encuesta sobre a quién le ha gustado Nápoles, un gran porcentaje de gente te diría que se trata de una ciudad sin mucho interés a pesar de ser parada obligatoria en casi todos los cruceros que realizan rutas por el Mediterráneo.
Dado que la gente realiza una visita a la japonesa en esa ciudad, le falta el tiempo necesario para saborearla y conocer la cantidad de posibilidades culturales, de historia y de creencias que en ella se encierran (museos, catacumbas, iglesias, gastronomía, playa).
Para empezar, Nápoles es la embajadora de la pizza napolitana, el limoncello, la canción napolitana, y una de los mayores joyas de la arquitectura desde los Etruscos hasta nuestros tiempos.
Por ella y sus alrededores pasaron todo tipo de civilizaciones (griegos, romanos, normandos…), entre ellas la española en la época de los Austrias y de los Borbones, dejando en sus edificios una bella impronta.
 De hecho siempre que vayas, la ciudad estará en obras porque como cada civilización construyó sus monumentos encima de los de la anterior, cuando se pretende construir una línea de metro siempre tienen que parar las obras porque van apareciendo restos de la época de los romanos, los griegos o vete tú a saber. Este aspecto es importante ya que te da la impresión de ser una ciudad un poco caótica y ruidosa.

 

Los hoteles en Italia son en general caros y malos si los comparamos con los españoles, pero en Nápoles se pueden encontrar algunos que merecen la pena y con muy buena relación calidad-precio
Para ver Nápoles en condiciones hacen faltan por lo menos 3 días. Hay varias cosas que no hay que perderse en esta ciudad y que te cubre una tarjeta llamada la Arte Card.
La primera y más importante es el Museo Arqueológico que está en pleno centro cerca de la Plaza Cavour. El que se vaya de Nápoles o la zona sin haberlo visitado, no ha visto nada. En él están guardados prácticamente todos los frescos y mosaicos que se encontraron en Pompeya y Herculano.
Como se encuentra en el centro, se puede visitar la iglesia de Santa Chiara, una de las joyas del gótico, completamente reconstruida ya que su techo verde sirvió de objetivo en los bombardeos de la 2ª Guerra Mundial.
Enfrente se encuentran también dos cosas interesantes que ver: las catacumbas de San Lorenzo Maggiore y la iglesia del Gesú Novo en dónde la gente ofrece como agradecimiento cuadritos que luego se cuelgan en las paredes con una representación en plata de la parte del cuerpo que le curó el médico Giuseppe Moscati.
Como el subsuelo de Nápoles es tan rico, resulta muy interesante hacer una excursión por el subsuelo con lo que ellos llaman “Napoli Sotterranea” en la que se ve hasta un teatro romano.
Por esas calles, te encontrarás desde un altar a Maradona (que jugó en el Nápoles hace ya casi 20 años) hasta una calle en la que sólo se venden belenes de Navidad durante todo el año.
Para los que les guste la pintura, la segunda cosa importante es subir la colina de Capodimonte y ver la magnífica pinacoteca Museo de Capodimonte que se encuentra en un antiguo Palacio Real construido por nuestro Carlos III (el mejor alcalde de Madrid, al que por cierto los napolitanos tienen en muy alta estima también).
Para los que sean un poco macabros, se recomienda visitar en el camino el Cementerio delle Fontanelle lleno de osarios y las Catacumbas de San Gennaro, que se convirtió en patrón de Nápoles ya que los restos de su sangre se licúan milagrosamente y desde hace siglos 2 días exactos del año, dando lugar a toda una serie de procesiones y festejos.
La parte del puerto es la tercera cosa importante que ver con el Castel Nuovo y el Castell dell´Ovo.
En esa parte de la ciudad tenéis las famosas galerías cubiertas de Umberto I, el Palacio Real y, cómo no, el Teatro de San Carlo, cuna de la ópera y de grandes compositores. Es tradición tomarse un refrigerio en el café Gambrinus, que está al lado y al que acude mucha gente a tomarse una “Sfogliatella”.
Y este es uno de los highlights culinarios de Nápoles. Si quieres mantener dieta aquí lo tienes difícil ya que los napolitanos son muy buenos reposteros y heladeros. El mejor sitio para tomarse este hojaldre relleno es la pastelería “Scaturchio” en el barrio de Spaccanapoli y para los que les guste el helado de chocolate, nada mejor que “Gay-Odin” (http://www.gay-odin.it/) al lado de Santa Chiara (tienen hasta helado de chocolate con guindilla).
Y hablando de comer, también encontrarás sitios interesantes como la pizzería “Antonio & Antonio” enfrente de la entrada al Castell´Ovo.
Si quieres cocina más ligera y con pescadito fresco, se recomienda un paseíto al barrio de Posilippo (más pijo y con edificios de la época española en los que se encuentran en la actualidad muchas embajadas) y el restaurante de “Giuseppone al Mare” que no te defraudará. Además si quieres darte un bañito allí se encuentra la playa de Nápoles.
Dejando Nápoles ya de lado, es visita obligatoria ir a Herculano y Pompeya (ciudad destruida por la lava del Vesubio). Estas excursiones se pueden hacer desde Nápoles en el día yendo en el cercanías llamado “circunvesuviano” o alquilando un coche. Esta actividad va en función del stress que quieras tener y los reflejos que el conductor desarrolle ya que los napolitanos conducen como locos.
En el caso de Pompeya, no hay que perderse la Villa dei Misteri que es casualmente lo más lejano a la entrada que se usa cuando se viene en tren y lo que se deja para el final o no se ve por falta de tiempo y casualmente es la parte mejor conservada de Pompeya.
Esta antigua metrópolis que fue sepultada en 3 días por 7 metros de lava del volcán Vesubio en siglo I d.c, te puede llevar horas ya que es enorme y hay cientos de casas que ver.
En el caso de Herculano, es más pequeña pero las casas están mejor conservadas ya que el terremoto y la erupción del Vesubio no llegaron tan lejos.
Por supuesto que en los alrededores de Nápoles existen muchos sitios interesantes que visitar como Caserta con un Palacio Real que le hace la competencia a Versailles, Pozzuoli o Cumas, lugares en lo que todavía quedan restos muy bien conservados de asentamientos del siglo V a.c.