Toda la gente conoce Perú por ser la tierra de los Incas pero lo que la gente no sabe es que más de 1000 años antes, en la parte norte y costera del país florecían civilizaciones como la de los egipcios con un concepto distinto de pirámides, sacrificios y mucho oro……
Se dice que los Incas se hicieron famosos ya que quienes hicieron su marketing fueron los españoles dejando múltiples escritos.
Muchos de ellos se pusieron de moda en Europa ya que el “Nuevo Mundo” era lo más “in» en aquella época, hasta el punto de que la literatura española indígena fue traducida a varios idiomas para saciar la curiosidad de los europeos. Esta es la razón por la que la civilización más conocida de Perú es la Inca y no la Moche, la Nazca o la Wari, entre otras.
Curiosamente los Moches que estaban implantados en la zona norte de Perú, han resultado ser desde mi punto de vista la civilización más interesante y explícita de la cultura peruana.
Esta sociedad ha dejado representado en su cerámica todo lo que otras civilizaciones dejaron por escrito o simplemente no dejaron.
En sus vasijas (las mejores están en el “Museo Larco” en Lima, uno de los mejores del mundo), aparecen escenas de momificación, de sexo, de sacrificios, religiosas, agrícolas e incluso los tipos de enfermedades de la época.
Fijaos que en el año 200 D.C ya existía el labio leporino, el hipertiroidismo, la soriasis, etc….
Curiosamente esta gente enferma se consideraba gente especial y se la cuidaba en aquella sociedad. Hoy en día, los minusválidos son una parte de la población que esconden en sus casas por vergüenza o ignorancia pero que sólo se ven en los desfiles de los pueblos cuando llegan las fiestas ya que el ayuntamiento les obliga a sacarlos a la calle so pena de multa.
Los Moches construyeron centros de culto y administrativos llamados “huacas” que congregaban a miles de artesanos y funcionarios pero que también servían como lugar de sacrificios y cementerios.
Y es que el tema de los sacrificios en Perú no era cosa baladí, sino algo que hacer para tener buenas cosechas y tener contento al pueblo.
Para los que sean más macabros sólo comentar que se sacrificaban bellas mujeres vírgenes o soldados de otros pueblos capturados. La manera más habitual era cortándole el gaznate con un instrumento llamado tumi con forma de semi-luna metálica, que podemos decir que era un antecesor de la guillotina.
Por supuesto se trataba de un privilegio reservado para las inocentes vírgenes mientras que los guerreros lo tenían más complicado ya que los despeñaban desde las montañas.
Cuando Pizarro conquistó Perú en el siglo XVI, se asentó en la zona norte poniéndole el nombre de su ciudad natal, Trujillo, a una de las ciudades que formaron la cuna de la cultura Moche.
Trujillo es una ciudad con una maravillosa plaza de armas con ventanas llamadas “de cajón” y edificios de múltiples colores, famosa por ser una ciudad revolucionaria y que siempre ha apoyado al actual presidente del país Alan García.
Cuando Pizarro mandó construirla cedió partes importantes a las familias de españoles que lo acompañaban dando lugar a la construcción de edificios coloniales muy similares a los que podemos hoy en día encontrar en las Islas Canarias. La mayor parte de estos edificios han sido convertidos en hoteles o comprados por bancos para hacer centros sociales y culturales.
Desafortunadamente, Perú todavía no se ha concienciado del riquísimo patrimonio cultural que tiene y no ha invertido en las excavaciones de estas huacas y, por otro lado, ha sufrido los robos de ladrones de tumbas que las han destruido junto con sus momias para vender los tesoros encontrados en ellas.
Sin embargo, el hecho de que las civilizaciones posteriores a la Moche no destruyeran sus pirámides sino construyeran encima, han permitido que se descubran joyas como la “Huaca de la Luna”, un lugar lleno de dibujos esculpidos venerando a dioses marítimos en infinidad de colores con el pulpo como protagonista.
También ha permitido que salga a la luz la ciudad de Chan-Chan, capital del Imperio Chimu en 1100 D.C.
Y es que su nombre tan musical te lleva ya a pensar en la corte que allí vivía sin faraones pero sí con momias de los grandes jefes, que eran paseadas por los siervos para ser honradas en los distintos palacios de arena y muros dorados mientras que el siguiente gobernante ya había tomado el poder.
Por supuesto, el concepto de capitalismo existía ya entonces. El sucesor del fallecido montaba unos grandes fastos para despedir a la momia pero obligaba a los siervos que venían a ver el show a pagar un tributo, y así engordaba sus arcas.
Para los amantes de las momias, no hay que perderse en la zona “ la Huaca El Brujo” que es una pirámide con la momia de una bruja tatuada en muy buen estado de conservación.
Vamos, que tenéis a la prima hermana de Merlín en versión peruana con rasgos de otras civilizaciones. Y es que se ha comprobado que en aquella época ya había intercambio de culturas con la africana o incluso la asiática tal y como se puede ver en la cerámica Moche que hay en el Museo Casinelli en Trujillo.
¿De dónde viene entonces el tatuaje? ¿Quién sabe, a lo mejor se lo enseñaron los peruanos a los polinesios o vice-versa?
Hablando de mar, Trujillo además tiene costa y una playa como la de Huanchaco en donde probarás un delicioso ceviche y podrás ver las barcas de totora que utilizaban para desplazarse, una especie de paja que flota y de que manera.
El ceviche es el rey de los platos peruanos, a saber una especialidad hecha con limón y pescado fresco y que resulta un manjar de los dioses.
En función de la zona en la que estés lo encontrarás con pescado o marisco, o incluso trucha de río. De hecho, en Trujillo he probado el mejor de todos ellos (me he vuelto una gran fan) en el restaurante La Mochica.
No hay nada mejor que tomarse el ceviche con la especialidad alcohólica del país “el Pisco Sour”, un licor típico de la zona de Ica que vale la pena probar en pocas cantidades si quieres evitar estar borracho en el segundo plato.
Lo mismo digo con la algarrobina, bebida típica del lugar que te ponen de aperitivo quieras o no quieras.
Si vas al norte, hay que visitar también la zona de Chiclayo. Aunque la ciudad no tiene nada interesante que ver, es famosa por haberse encontrado en un pueblo cercano llamado Lambayeque el tesoro del señor de Sipán.
Este descubrimiento fue igualado al de Tutankamón en Egipto ya que la tumba no había sido profanada.
Los arqueólogos en Perú saben distinguir las épocas de las distintas civilizaciones por los efectos que hay en la roca del paso de “El Niño”, fenómeno climatológico que oímos en los telediarios cada cierto tiempo. Vamos que van contando rayitas y acaban sacando siglos, ¡¡¡y no se equivocan!!
En Lambayeque se puede ver la Huaca Rajada, que es dónde se encontró físicamente al Señor de Sipán y lugar en el que han construido recientemente el Museo Tumbas Reales de Sipán para albergar todos los tesoros que allí se excavaron y ue siguen apareciendo aún hoy.
Hay tantas cosas debajo de la tierra pero que por falta de presupuesto no pueden ser excavadas que dan para montar unos cuantos museos en la zona. Y ya hay algunos que no están mal como el de Sicán o el Brüning que albergan colecciones muy interesantes con elementos tan chulos como las “orejeras”.
Los Moches y luego las culturas posteriores, basaban su poder en el efecto visual y sonoro. Para ello se disfrazaban con armaduras de oro fino (que no pesaban), sombreros, el piercing de la época (narigueras y orejeras) y sobre todo cascabeles en los pies para que al andar la gente les viese brillar y sonar como si de un ser sobrenatural se tratase.
Hablando de efectos ópticos, nada mejor para demostrar tu habilidad en pillar a los carteristas que pasar por el llamado “ Mercado de los Brujos ¨, a saber el mayor mercado de medicina tradicional de América Latina.
En Perú siguen existiendo Chamanes o curanderos que con plantas medicinales arreglan supuestamente a los oriundos y de hecho en los pueblos la gente antes de ir al hospital visita al Chamán por si acaso.
Los Chamanes no sólo son curanderos, sino también una especie de brujos que en lugares como Puerto Maldonado, zona de selva fronteriza con Brasil, hacen sesiones con un alucinógeno llamado “ayjuarasca” para ver el pasado y futuro entre vomito y vomito del que quiere probar la experiencia en sus carnes.
Vamos que si buscas conocer una zona poco explorada del Perú, con pirámides, momias, arquitectura colonial española, buena gastronomía y algo de aventura, no hay nada mejor que pasar por la provincia de Trujillo.
Y es que en realidad no fueron los españoles los que conquistaron el país sino la rica cultura de las civilizaciones que allí vivían las que desde hace más de cincos siglos nos llevan seduciendo a los que visitamos esa zona.

Alice Fauveau