Considerada una de las mujeres más inteligentes de su época, Margarita de Austria se adelantó a su tiempo. Obtuvo el título de reina de Francia sin reinar, y fue la esposa del único hijo varón de los reyes Católicos, que tampoco llegó a reinar nunca. Fue hija de reyes, hermana de reyes, esposa de reyes y tía de reyes. Su azarosa vida la llevó a convertirse en regente de los países Bajos y en consejera del futuro emperador Carlos I.

Margarita tenía solo tres años cuando llegó a la corte francesa, como prometida del delfín, Carlos VIII. Hija de Maximiliano I de Austria, su matrimonio era una pieza más en el ajedrez político de la época, la rúbrica necesaria en el Tratado de Arras, firmado apenas un año antes entre Francia y el Sacro Imperio Romano Germánico. La infanta quedaba, hasta el momento de sus esponsales con el príncipe, bajo la protección del Rey Luis XI. No llegaba con las manos vacías; la pequeña aportaba al país galo, en calidad de dote, las tierras de Artois y el Franco Condado.

Sin embargo, y pese a pasar diez años en su país de acogida, la delfina, que, según cuentan las crónicas llegó a ser conocida con el título de reina de Francia, jamás llegó a casarse con Carlos VIII. En 1493, e delfín decidió unilateralmente romper los términos del Tratado de Arras, tomó como esposa a Ana de Bretaña y devolvió a la jovencísima Margarita con su padre.

No pasaría mucho tiempo sin que la realeza europea tomara nota de aquella heredera en edad de merecer, cultivada y políglota. La reina Isabel de Castilla la propuso como esposa para su único hijo varón, Juán de Aragón y Castilla. Los esponsales se celebraron en el año 1497, y se cuenta que, pese al arreglo político que el matrimonio suponía, los dos jóvenes recién casados vivieron algo parecido a un idilio, aunque sumamente fugaz. Apenas seis meses después de la boda, el heredero al trono de los Reyes Católicos fallecía repentinamente a la edad de 19 años, dejando a su esposa embarazada. Sumida en una profunda depresión, la princesa Margarita dio a luz prematuramente a una niña que no consiguió sobrevivir al parto.

La archiduquesa Margarita de Austria

La archiduquesa Margarita de Austria

Pese a su viudedad y su fallida maternidad, Margarita había quedado indisolublemente unida al destino de la corte española  a través de su título de Princesa de Asturias y por el matrimonio de su hermano mayor Felipe el hermoso con la hermana de su difunto marido, Juana La Loca. No obstante, volvería a contraer matrimonio, tres años más tarde, con Filberto II, duque de Saboya, de quien no tuvo hijos, y que moriría también tres años después, a la edad de 31 años. A partir de este momento, y pese a la insistencia de su círculo, Margarita rehusó volver a casarse. Las crónicas no cuentan si, harta de ser siempre una moneda de cambio en cortes extranjeras, o sinceramente dolida ante el fallecimiento de sus esposos. Si fue así, aún tuvo que sobreponerse a una pérdida muy cercana, la de su hermano, Felipe el Hermoso, a quien se sentía especialmente unida. Como consecuencia de la trágica muerte de Felipe, su padre, Maximiliano de Austria optó por ofrecer a su hija la tutela de sus sobrinos, y, junto a ella, la regencia de los Países Bajos.

La archiduquesa Margarita gobernó con prudencia y sabiduría, actuando como intermediaria de su padre, negociando beneficiosos tratados comerciales con Inglaterra,y alianzas estratégicas, como la Liga de Cambrai, ideada para contrarrestar la influencia de la república de Venecia, pero, fundamentalmente, terminó convirtiéndose en una de las principales consejeras de su sobrino, el futuro emperador Carlos V. Fue a él, al nieto de los reyes Católicos, a quien al regente nombraría heredero único y universal en el momento de su muerte, fechada en el año 1530.

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