Dorotea Barnés, una brillante carrera truncada
Hoy, con motivo del Día Internacional de la Mujer y [...]
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Al igual que la caligrafía, la literatura japonesa tiene nombre de mujer. El periodo Heian, fue la cumbre de escritoras como Sei Shonagon, la Dama Murasaki Shikibu o Sarashina. Ellas crearon lo que se llama el libro de almohada: un librito de secretos y confesiones que las damas de esta corte tenían bajo su cabecera y donde escribían unas líneas antes de dormir, en el silencio de la noche, en la soledad que toda mujer disfruta en su alcoba. Es una composición libre en la que se suceden listas de hechos deliciosos y desagradables, apreciaciones sobre personajes, notas sobre el paisaje y las estaciones, sobre los faustos de la corte, sobre ropa e intrigas amorosas, siempre breves, como pinceladas de tinta china sobre una tela de seda.
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